ESPAÑOL

“La casa, un dulce nido de paz, de trabajo, de serenidad, de virtudes religiosas y civiles”

Antonio Cavoli nace en San Juan de Marignano el 4 de agosto de 1888 de Francisco y Filomena, familia de campesinos, era el quinto hijo y el primer varón. Dos días después recibe el bautismo en la Iglesia de San Pedro en el pueblo de San Juan de Marignano. Es algo muy particular porque es el año de la muerte de don Bosco, Fundador de los salesianos.

Crece robusto, educado de padres ejemplares, profundamente cristianos, dedicados a la educación de los hijos. A los 8 años pierde a su madre débil de salud, pero es amorosamente acompañado de mamá Asunta, esposa del segundo matrimonio del padre, la cual no obstante había dado a luz tres hijos, les hizo de madrina, amó a todos sin distinción.

La vida en los campos, la influencia del tío don Eduardo, el ambiente espiritual de la familia, hicieron nacer en su ánimo la vocación y a la edad de 14 años pide entrar en el Seminario.

La tendencia al ambiente familiar le fue dado sin lugar a dudas por el calor de piedad y del fulgor de pureza virginal de las cuatro hermanas, todas mayores que él: Rosina, Cecilia, Annunziata y Angelina. Las virtudes, nacidas y conservadas en el santuario de la familia, se alimentaban de la Asociación “Hijas de María” que estaba bajo la guía de las grandes Maestras Piadosas. (…) La imagen de la Virgen de Pompei, rodeada de muchas hermosas estampas de santos, veía reunida y arrodillada delante de ella a toda la familia para el rezo del Santo Rosario.

(Autobiografía, El ejemplo de las hermanas)

Era así mi estado de ánimo a la edad de trece años. Pero entretanto podía ya advertir los pasos del Divino Sembrador, que se acercaba (…). Y así, en aquel ambiente de idílica serenidad, que llega la hora de Dios: su divina llamada alcanza mi corazón. Una llama se enciende, en pocos días, en mi corazón: -¡Yo seré sacerdote-

(Autobiografía, El Divino Sembrador)